sábado, octubre 21, 2006

El milagro del vino australiano





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Australia, el gran monstruo del Nuevo Mundo, ha dado en la última década el un salto de gigante en cuanto a producción y exportación de vino se refiere. ¿Cuál es el secreto del “milagro australiano”?

Detrás de la revolución australiana se encuentra una mentalidad abierta y libre de prejuicios frente a la rigidez de la normativa europea. Lo más parecido a las denominaciones de origen de Francia, España u otros países europeos que existe en Australia es un sistema de “indicadores geográficos” (Geographic Indications, GI), un sistema bastante más flexible que el de los principales países productores europeos.

El viticultor australiano tiene total libertad y puede plantar las vides y hacer el vino que quiera, con la posibilidad de mezclar uvas de zonas distintas, con frecuencia a cientos de kilómetros de distancia. Por el contrario, en Europa, la variedades de uvas, las técnicas y los rendimientos están sometidos a estrechos controles que impiden muchas veces que los viticultores se adapten a las condiciones climáticas y reaccionen con agilidad a los nuevos gustos de los consumidores.

Esa libertad y frescura de actuación de los australianos se traduce, en cuanto a la elaboración del vino se refiere, en la búsqueda del más alto rendimiento pero sin renunciar a la calidad, en la aplicación de las últimas técnicas de riego y en la puesta en práctica de una vendimia mecánica. El sector vinícola australiano no tiene el menor rubor en emplear prácticas industriales de elaboración y crianza (virutas o duelas de roble en depósitos de acero, correcciones de acidez en cantidades importantes..), dentro de un proceso transparente donde nada se oculta.

Detrás de este éxito también se encuentra una brillante política de marketing, dinámica y agresiva que ha catapultado las exportaciones australianas hasta los 518 millones de litros alcanzados durante 2003, un 24% más respecto del año anterior. Detrás de este espectacular logro comercial hay un plan estratégico –Estrategia 2025- que si bien en el momento de su lanzamiento fue recibido más de una sonrisa burlona, hoy es objeto de admiración por parte de muchos. Hasta tal punto ha sido efectivo que Australia es hoy en día el rival más serio con el que se ha encontrado Francia en la conquista del difícil e hipercompetitivo mercado británico, conquista en la que sin duda también ha ayudado el compartir el mismo idioma.El plan persigue que la industria australiana alcance en el año 2025 los 4,5 mil millones de dólares de ventas anuales (3,7 mil millones de euros).

Tras su éxito en el mercado británico, el objetivo de la industria australiana es el mercado europeo y, sobre todo, el gigante norteamericano. Con tal fin los principales productores del continente han lanzado al mercado nuevos productos, más imaginativos y osados, capaces de seducir al americano medio. Este el caso de la línea de vinos Yellow Tail, Crocodile Rock Label – nombre inspirado en una canción de Elton John- y Little Peguin elaboradas por grandes bodegas australianas cuya filosofía es lanzar vinos desenfadados, de estética y nombre divertidos y asequibles. La pionera Yellow Tail, de la firma Casella Wines, absorbe el 35% de los vinos australianos en Estados Unidos, a razón de un millón de cajas vendidas al año en este país.

El reino de la syrah

Otra importante clave para comprender el protagonismo de los vinos australianos en el mercado mundial es la magnífica adaptación que han tenido allí las principales variedades internacionales: cabernet sauvignon , pinot noir , merlot , chardonnay y sauvignon blanc , entre otras. Pero sin duda con la que se ha bordado el trabajo es con la syrah (en Australia conocida como shiraz ), uva originaria del Ródano francés que se ha adaptado como un guante al clima cálido y mediterráneo de este país. De hecho, los mejores shiraz australianos están entre los tintos más reputados del mundo.

Los más críticos apuntan que estos vinos adolecen de cierta uniformidad y que son vinos destinados para un consumo inmediato. Mark Manson, del Club Australiano del Vino, reconoce que a menudo las grandes marcas carecen de personalidad . “Estos vinos- añade- pueden haber sido filtrados excesivamente con el fin de obtener un producto consistente, lo cual tiene como consecuencia que se le quiten los mejores sabores”.

La reputada crítica vinícola Jancis Robinson ha mostrado recientemente sus reservas hacia las marcas australianas basadas a su juicio en la elaboración industrial dictada por el marketing “en vez de por el terruño”. Robinson añade que el empujón australiano en Estados Unidos se está construyendo a base de unas notas altísimas que Robert Parker y la prestigiosa revista Wine Spectator están dando a unos vinos de culto de escasísima producción que ni siquiera se venden en Australia.